domingo, 11 de noviembre de 2012

Guerra Electrónica y Operaciones SIGINT en el Ejército del Aire.-

PARTE VIII.- Cerrando la esfera.

En la segunda parte de este viaje que comenzamos juntos con el fín de conocer algo más acerca de la Guerra Electrónica y las operaciones SIGINT dentro del Ejército del Aire, ya comentamos que durante la Cumbre de Estambul que la OTAN llevó a cabo durante los días 28 y 29 de junio de 2004 se instaba a los diferentes gobiernos de los países miembros a reforzar individual y colectivamente su contribución a la lucha global contra el terrorismo, mediante el incremento del uso compartido de la inteligencia entre aliados, así como a revisar las actuales estructuras de inteligencia en el seno de la organización, con el fín de mejorar las capacidades operativas de la Alianza.

Para España esto significó la desaparición efectiva del Centro de Inteligencia Aérea (CIA), y la creación del Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (CIFAS), que representa de forma unificada a toda la comunidad de inteligencia de nuestros Ejércitos y Armada ante el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Se cerraba así una esfera que permanece hasta nuestros días estable y de fundamentos perfectamente consolidados en cuanto a teoría y medios técnicos. Es dentro de esta esfera, a su resguardo, donde se dasarrollan todas y cada una de las actividades que como nación soberana e independiente llevamos a cabo, y es imprescindible, dentro del contexto globalizado en el que nos movemos, que ese paraguas protector que garantiza sin duda nuestra supervivencia como ciudadanos libres, se encuentre en perfecta comunión con el resto de esferas que a su vez protegen a nuestros aliados, vecinos y países amigos.

Desde el Ejército del Aire se es absolutamente consciente de que en plena Era de la Información, con Internet y una telefonía móvil en constante expansión, donde las nuevas tecnologías en materia de comunicaciones han llegado para quedarse en todas y cada una de las capas y estamentos sociales, contribuyendo con ello a un proceso generalizado de globalización que hasta cierto punto deja sin validez el antiguo concepto de las fronteras entre estados, el proceso de planificación de las operaciones aéreas requiere de una Inteligencia cada vez más detallada, precisa y próxima al tiempo real de todo aquello que acontece en el área de operaciones, con el objetivo de garantizar en la medida de lo posible la integridad de las tripulaciones y lo que es más importante, el cumplimiento de la misión asignada.

Es bajo la asunción de esta realidad, que la Directiva de Defensa Nacional plasma el concepto de Superioridad en la Información, que no es otra cosa que condición sine quanon para alcanzar actualmente la capacidad de Superioridad Aéra sobre el Teatro de Operaciones que nos afecte.


 
A estas alturas de la película es imprescindible que todos sepamos diferenciar ya los diferentes términos aplicados en este trabajo, fundamentalmente aquellos que hacen referencia a su título. Me refiero a los conceptos de Signal Intelligence (SIGINT) y Guerra Electrónica (EW). El primero, como ya hemos dicho, hace referencia al proceso de obtención, análisis y difusión de todas aquellas señales electromagnéticas que nos son de interés en una determinada área de operaciones. Se trata fundamentalmente de un proceso operativo estratégico que atañe orgánicamente al J2 (Inteligencia) de un Estado Mayor, y que puede dividirse en todas aquellas emisiones relativas a comunicaciones (COMINT), y a emisiones de no comunicaciones (ELINT).

Las COMINT costituyen hoy en día el núcleo más significaivo en importancia dentro de las misiones SIGINT. De hecho, naves como los Rivet Joint se han convertido fundamentalmente en aparatos de escucha de comunicaciones en una proporción aproximada 80% COMINT y 20% ELINT. Ello es debido al tipo de guerra "antiterrorista" que actualmente la Alianza lleva a cabo de forma preponderante.

Que esto sea así, no implica para nada que ELINT haya dejado de ser importante. De hecho es al menos tan imprescindible o más, que las misiones COMINT. La Inteligencia Electrónica (ELINT) consiste en la localización y el análisis técnico de las emisiones de no comunicaciones y sus sistemas de armas asociados, y es la base sobre la cual se realiza el Orden de Batalla Electrónico (OBE), que es parte integrante e indispensable del Orden de Batalla (ORBAT) del enemigo.

Ocurre que en este sentido, la mayoría de los sistemas de armas utilizan emisiones electromagnéticas en determinadas bandas de frecuencia para localizar, identificar y guiar sus armas hacia el adversario. Durante la Guerra Fría, las misiones ELINT contaban con la preponderancia con la que actualmente cuentan las COMINT, y el 80% de las salidas SIGINT se dedicaban entonces a misiones ELINT destinadas a captar el OBE de las fuerzas del Pacto de Varsovia. Eran otros tiempos y otras necesidades.

Siguiendo con las misiones ELINT, con el fin de facilitar el uso de dicho espectro electromagnético de no comunicaciones, la OTAN creó una base de datos paramétrica denominada NEDB (Nato Emitter Data Base) que engloba la firma radar con los parámetros más característicos ( frecuencia, período, ancho de pulso, polarización..., englobados en un margen superior e inferior de su banda de trabajo) de todos aquellos emisores conocidos. En principio se incluyeron durante la Guerra Fría solo aquellos emisores que pertenecían al bloque soviético, pero en la actualidad, y con un escenario político absolutamente diferente, se incluyen también aquellos sistemas propios o considerados como amigos, que en un momento dado podrían dar lugar a ataques desconocidos e incluso fratricidas, lo que coloquialmente se conoce como un "Blue on Blue".



Un país perteneciente a la Alianza podría en principio suponer que dado que existe la NEDB, y su uso es compartido entre los estados miembros, la posesión de medios SIGINT propios no es necesaria, o al menos no como una prioridad básica dentro de sus presupuestos de defensa. Nada más lejos de la realidad. La continua participación de la OTAN en situaciones de crisis o guerra ha puesto de manifiesto en diversas ocasiones que, si bien dicha base de datos puede ser utilizada como referencia a la hora de identificar y combatir un sistema de armas, también suele existir un cierto margen de ambigüedad a la hora de proceder a su resolución. Ello se debe fundamentalmente al recelo existente, incluso entre las propias naciones aliadas, a la hora de compartir determinados datos de inteligencia muy depurados, como pueden ser los parámetros precisos de sus propios sistemas de armas o los obtenidos de terceros países por medios nacionales propios. Esa es sin duda una realidad que a muchos puede y con razón, resultar extraña, pero que no por ello deja de ser menos cierta. Una realidad que debería sobre todo hacer pensar a aquellos que son partidarios del desarme total y la neutralidad absoluta, porque está claro que si aún entre amigos se mantiene siempre un as en la manga, es porque no podemos confiar siempre en aquello de que "todo el mundo es bueno". Y hacerlo no significa para nada mantener una actitud beligerante con nadie. Esto es un concepto que debe tenerse claro a la hora de plantearse el funcionamiento de las misiones SIGINT.

La Nato Emitter Data Base se encuentra configurada en unas carpetas que recogen toda una serie de documentos OTAN denominados NEDB S&P (Standard and Procedures), que detallan pormenorizadamente todos los aspectos de su configuración y estructura. Se presenta como una serie de columnas donde se registran los parámetros de los diferentes emisores, presentados en intervalos superior e inferior de su banda de trabajo. Al final de las columnas paramétricas que identifican a un determinado emisor, existen un área de observaciones donde se presentan notas de interés acerca del mismo, como sistemas de armas que trabajan asociados a dicho emisor, tipos y variantes, formas de despliegue, países que lo utilizan y todo otro dato del que se disponga, y otro área de comentarios donde pueden anotarse a mano informaciones de última hora, que una vez debidamente cotejadas y aceptadas, formarán en el futuro parte del propio texto impreso.

Cada estado miembro de la OTAN es responsable de informar acerca de toda novedad que se haya producido en su propio OBE, así como toda otra información que considere necesaria para el bien común de la Organización y con el fin de mantener actualizada la Base de Datos. Los Equipos de Gestores y Asesores de Inteligencia y Guerra Electrónica de la OTAN se reunen así mismo, dos veces al año, con el propósito de intercambiar información y tratar asuntos relacionados con la propia NEDB.

Hay además un procedimiento permanente, los llamados Active Items, que permite la actualización de datos de la NEDB en tiempo casi real, mediante la petición de información que cualquier país miembro de la Alianza puede realizar a otro miembro de la Organización, bien porque haya detectado algún nuevo emisor en el territorio de dicho país que no constaba en la Base de Datos, o bien porque precise recabar información ampliada sobre un emisor que ya se encontraba registrado. Estas peticiones de información se realizan en formato normalizado a través de las Redes de Enlace Seguro BICES ( Battlefield Information Collection and Exploitation System) o CRONOS.

 
Existe una salvedad en dicho proceso de facilitar e intercambiar información entre los países miembros de la Alianza. Dicha salvedad radica en lo que se denominan las NPM (NATO Precautionary Measures), que permiten ciertas restricciones en el intercambio de datos paramétricos entre las naciones aliadas en tiempo de paz (caso distinto es el de crisis o guerra). Dentro de estas limitaciones se pueden incluir los datos depurados (Refined Data), o aquellos cambios habidos en parámetros ya contenidos en la NEDB, o bien los denominados modos de guerra WARM (War Modes). Respecto a este último caso es interesante aclarar que el hecho de reservar, sin ser utilizadas, cierto número de frecuencias, no constituye en sí mismo un modo de guerra, ya que si dicho emisor va a trabajar en los diferentes modos establecidos durante su fabricación, será igualmente identificado por los datos disponibles en la NEDB.

La peculiaridad real de los modos de guerra WARM, radica en que alguno de los parámetros característicos de funcionamiento del emisor en cuestión (su firma radar) ha sido intencionadamente modificado con la ayuda de los respectivos programas de Investigación y Desarrollo (I+D) de la industria nacional propia. Es por ello que las emisiones de trabajo en estos modos de guerra no serían identificadas y asociadas a un determinado emisor y al sistema de armas que lo emplea en un primer momento, ya que sus parámetros no coincidirían con los que constan en la Base de Datos de referencia, lo que constituye una ventaja tecnológica ante un país adversario, por la sorpresa que conllevaría su utilización.

Este tipo de salvedades a la hora de facilitar información por parte de los países miembros, unido al recelo que ya de por sí se tiene a la hora de compartir datos paramétricos depurados propios, hace que mucha de la información contenida en la NEDB, si bien se ajusta a los manuales técnicos de los sistemas, los márgenes de funcionamiento superior e inferior de las bandas de uso resultan, en su mayoría, excesivamente amplios, por lo que el sistema interceptador, bien sea de SIGINT o de EW, una vez captada la emisión puede llegar a presentar varios emisores que se ajusten a los rasgos paramétricos obtenidos. En evitar esa ambigüedad a la hora de identificar los emisores y sus sistemas de armas asociados, es donde una nave (SIGINT/EW) tripulada marca la diferencia con otra de las mismas características, pero no tripulada, al poder el personal de cabina trabajar en tiempo real con las emisiones mientras afinan la sintonización de los elementos de identificación y proceso con los que cuentan a bordo.


Con el fin de evitar el grave riesgo que conlleva el confeccionar las librerías de amenazas únicamente mediante los datos obtenidos a través de la NEDB, lo que hacemos la mayoría de países que por medios podemos permitírnoslo, es confeccionar una base de datos paralela que engloba además la información captada por nuestros propios medios electrónicos. Esta base de datos paramétricos depurados, sigue una estructura similar a la NEDB y presenta la imformación analizada en función de las diferentes zonas geográficas de interés nacional.

El uso mayoritario de estas bases de datos paralelas se hace evidente a la hora de operar juntos en misiones de guerra donde a la hora de contrastar datos, se evidencia que los datos almacenados en las diferentes librerias de amenazas poco tienen que ver con los genéricos incluidos en la NEDB, hasta el punto de que a veces, todo parecido con la realidad es pura coincidencia.

El segundo término fundamental al que este trabajo hace referencia, es el de Guerra Electrónica (EW). Se trata de un proceso operativo táctico que recae sobre el J3 (Operaciones) del Estado Mayor. Pese a ser conceptos meridianamente diferentes, tanto en su propia esencia como en los cometidos y responsabilidades que marcan las directivas y publicaciones OTAN que las regulan, es evidente que existe un claro nexo de unión entre las misiones SIGINT y las de EW.

A partir del Orden de Batalla Electrónico (OBE) confeccionado mediante las misiones SIGINT, se generan una serie de líneas paramétricas de los emisores que se relacionan con ciertos sistemas de armas. A esta relación de líneas paramétricas se las denomina con el término de Librería de Amenazas al que anteriormente hacíamos referencia. Dichas líneas son introducidas en los equipos alertadores de amenazas (ALR) de las diferentes aeronaves, en los equipos de perturbación (ALQ) y en los dispensadores de chaff y bengalas (ALE). Con ellos alimentados, la aeronave puede protegerse de las posibles acciones hostiles mediante la activación de medidas de protección pasivas EPM (Electronic Protective Measure) como son el lanzamiento de señuelos, chaff y bengalas, o bien mediante la aplicación de contramedidas electrónicas activas ECM (Electronic Counter Measure) con la generación de radiación electromagnética que perturba o neutraliza el uso eficaz de las emisiones enemigas, o bien mediante señuelos activos.


Así mismo, cualquier aeronave no especializada en operaciones SIGINT, pero dotada de dichos elementos, puede realizar operaciones de ESM (Electronic Support Measures) dedicadas a recolectar información a través de la escucha, de forma pasiva, de los diferentes emisores electromagnéticos presentes en la zona. Es decir, producen Inteligencia de Señales sin ser aeronaves SIGINT propiamente dichas, una información que cuenta además con el valor añadido de ser en tiempo real sobre la propia zona de operaciones mientras dicha aeronave llevaba a cabo, quizás, una misión de apoyo aéreo cercano a las tropas terrestres. Dichos datos paramétricos "tácticos" se unen a los "estratégicos" obtenidos meses antes por las aeronaves SIGINT especializadas, con el fin de confeccionar nuevas medidas EP (Electronic Protection) y EA (Electronic Attack).

Pero para una nación de tamaño medio y recursos de defensa limitados como la nuestra, incluso una que como España se encuentra en materia de Inteligencia Electrónica entre los primeros puestos europeos, pertenecer a la OTAN cuenta con significativas ventajas. Con el fin de adiestrar a las tripulaciones y personal relacionado con la guerra electrónica, la OTAN cuenta con su propia unidad al respecto. Se trata del MultiService Electronic Warfare Support Group (MEWSG), cuyo Cuartel General y base principal de despliegue se encuentra en Yeovilton (UK), junto con un destacamento terrestre subordinado localizado en Anzio (Italia).

 
Los medios materiales con los que se cuenta se concretan en una serie de pods de perturbación y simulación para aviones que, mediante la correspondiente certificación, son usados en ejercicios nacionales e internacionales, siendo asiduos visitantes de la Base Aérea de Albacete. Se dispone además del TRACSVAN (Transportable Radar and Communications Jamming and Simulator Van) capaz de simular todo tipo de señales radar, así como de efectuar perturbación en las bandas de radar y comunicaciones, y del NEWVAN (NATO Electronic Warfare Van) que tiene capacidad para hacer vigilancia y perturbación en determinadas bandas de comunicaciones.

En fin, y para ir concluyendo con este nuevo capítulo, si bien es cierto que al aparecer lo que se ha dado en llamar en todo el mundo las nuevas amenazas emergentes, que incluyen nuevas formas de conflictos asimétricos y de terrorismo globalizado, ha posibilitado lo que hasta hace poco tiempo parecía impensable, que se compartiesen datos de inteligencia depurada al más alto nivel entre países aliados y amigos, no deja de ser menos cierto que aún persisten ciertas reticencias que en mayor o menor grado afectan al curso de las operaciones nacionales e internacionales.

El uso de bases de datos paralelas entre países miembros de la Alianza, no deja de ser el fruto trasnochado de una política de bloques que cayó con el muro de Berlín y que debe extinguirse lo antes posible. En la actualidad, el continuar trabajando con esos procedimientos supone una doble y grave irresponsabilidad, al privar por un lado a estados amigos de contar con información privilegiada en la lucha contra un enemigo común, y al asumir por otro el riesgo al que pueden estar expuestos las tripulaciones durante las misiones conjunto-combinadas. Esto, que ha sido reflejado una y otra vez por escrito en cada una de las reuniones que entre países miembros de la OTAN se han llevado a cabo sobre el tema, sigue sin cumplirse de una u otra forma.

Se impone por tanto el llevar a cabo en el seno de la Alianza el espaldarazo definitivo que consiga aunar, de una vez por todas, las voluntades a la hora de conseguir que la NEDB constituya la única y más fiable base de datos existente, añadiendo a la misma las librerías de amenazas de las diferentes áreas de operaciones de interés para la OTAN, mediante la colaboración y aportación interactiva de la información obtenida y procesada por cada uno de sus miembros en disposición de ello, en tiempo real, y sin que ello sirva de menoscabo para que cada nación cumpla con los requisitos de sus propios intereses para la defensa nacional.

 
Se agilizaría, además, el cuello de botella del que ya hablamos en capítulos anteriores, y que supone el proceso de transformar las ingentes cantidades de información, en análisis concretos para su posterior difusión a través del ciclo de inteligencia, logrando la necesaria sinergia que debe existir entre aliados y ofreciendo al mismo tiempo, una respuesta clara y contundente ante nuestros posibles adversarios.

En lo que respecta a nosotros como país, debemos tener claro que la capacidad de combate electromagnético se encuentra íntimamente relacionada con los avances tecnológicos y desgraciadamente, con la asunción de ingentes cantidades de dinero invertido. Es nuestra decisión como ciudadanos responsables, y soy muy consciente de los momentos de crisis económica que vivimos, el determinar si esas inversiones a largo plazo deben o no ser realizadas. Lo cierto es que los progresos en el campo de las comunicaciones, la electrónica y la informática, deben ser cuidadosamente evaluados, y para ello es necesario contar con la necesaria capacidad nacional para investigar, desarrollar y mejorar equipos y sistemas relacionados con dicha capacidad de combate.

Es importante recordar que si bien un Plan de Operaciones se puede variar con facilidad y en un período de tiempo relativamente corto ante situaciones distintas a las inicialmente previstas, la consecución del Objetivo de Fuerza correspondiente a dicho plan, es decir, la cantidad y calidad de los equipos, sistemas y entrenamiento necesarios para ejecutar dicho Plan de Operaciones precisa de muchos años y, en consecuencia, podría impedir, condicionar o retrasar la ejecución y el éxito de las operaciones aéreas futuras. Al respecto, resulta interesante recordar la máxima de la guerra aérea marcada con letras de fuego en las instalaciones del CLAEX: "..... la técnica que reinará mañana te costará hoy tu avión....."

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