domingo, 23 de octubre de 2011

Guerra Electrónica y Operaciones SIGINT en el Ejército del Aire.-

Iª PARTE.- A modo de exordio.

El 1 de septiembre de 1983 estalló la tragedia cuando un Boeing 747 de la compañía Korean Airlines era derribado por un caza soviético Sukhoi Su-21 Flagon. El caza había confundido al inocente B-747 repleto de turistas con uno de los RC-135 de reconocimiento electrónico estadounidense que en esos momentos merodeaba por la zona, y que proveniente como otros muchos de Shemya, en la remota cadena de islas Aleutianas, intentaban con frecuencia sobrevolar zonas prohibidas frente a las costas de la península de Kamchatka y la isla de Sajalín.

El terrible incidente proyectaba una luz directa sobre unas operaciones que por su propia idiosincrasia, preferían ser ejecutadas entre penumbras informativas, de la forma más discreta posible. Quedaban patentes además, las cualidades de registro de voz del RC-135, pues Estados Unidos se vió obligado a hacer públicas las conversaciones entre los pilotos de los cazas implicados y su control en tierra. Sin embargo, ni el concepto ni las misiones de reconocimiento electrónico eran nuevas.





Us Navy photo by Lindsay Switzer.
Nacidas durante la II Guerra Mundial, en Vietnam vivieron un apogeo que alcanza nuestros días, tornándose imprescindibles. Los Boeing RB-47H fueron las primeras plataformas SIGINT presentes en el sudeste asiático. Se trataba de bombarderos a los que se habían sustituído sus bodegas por compartimentos presurizados que acomodaban a tres EWOs (Electronic Warfare Officials). Años después se publicó cómo a finales de los cincuenta, sus tripulantes no podían hablar con nadie sobre su avión, su unidad, su base, ni mencionar cuándo habían llegado, cuando se íban, ni absolutamente nada sobre su misión. Por lo general llegaban a sus bases de despliegue, como la de Tan Son Nhut, bajo el manto protector de la noche y eran enviados al rincón más oculto y apartado de la misma o a un hangar aislado, lo más lejos posible del resto de actividades. Había comandantes de destacamento que no permitían que los seis tripulantes del avión apareciésen juntos en público. Debían comer, jugar a los bolos e ir al cine en grupos de dos o tres. Se les ordenaba ponerse el mono de vuelo en el hangar o bien llevar prendas civiles encima cuando se dirigían hacia la línea de vuelo para emprender una misión, todo para no dar indicios de la inmediatez de la misma. Uno de los jefes llegó a obligarles a vestir el mono de vuelo cada día para impedir que se supiese quiénes formaban la tripulación operativa real.

Todas las misiones se realizaban en un silencio radio absoluto, la mayoría de ellas de noche. Incluso en las salidas diurnas se planeaba el despegue para antes del amanecer, con el fín de evitar una posible detección visual. Una vez terminadas las inspecciones previas por parte de la tripulación, esperaban la señal de puesta en marcha de los motores, que llegaba en forma de una luz verde de tres segundos desde la torre de control. Diez minutos antes del despegue se recibían dos destellos verdes de tres segundos como indicación para iniciar la rodadura. Mientras la realizaban, la torre informaba a cualquier avión de los datos meteorológicos de última hora, y ellos aprovechaban para tomar buena nota. En cabecera de pista, una luz verde fija les autorizaba el despegue.

Aproximadamente una vez al mes realizaban un vuelo que rompía la rutina de sus misiones cotidianas. Lo denominaban el "Orient Express". La mayoría de las misiones que realizaban desde Japón consistían en placenteras salidas de seis o siete horas que no precisaban de repostaje en vuelo, pero en estas se desviaban hacia el sur en unos tediosos trayectos de hasta once horas, que requerían repostar al poco de abandonar Okinawa. Una vez recibido el carburante, sobrevolaban Taiwan y ponían proa al sur a lo largo de la costa china. Incluso a principios de los años sesenta no había nada de interés en ese área. Captaban el radar del aeropuerto civil de Hong Kong y unos pocos y viejos radares de la IIª Guerra Mundial que aún empleaban los chinos. Lanzaban algunas nubes de chaff, emitían algunos comentarios despreciativos sobre Mao en las frecuencias de los chinos e invertían el rumbo. En el área de Vietnam tenían poco que hacer, de hecho, el Golfo de Tonkín fue apodado el "golfo del tedio". En unos meses la situación cambiaría bastante.

LIFE magazine photo. Zaragoza AB (1957).

Lo que sin embargo no ha cambiado es la filosofía operativa y el carácter de unas misiones SIGINT que siguen conservando un halo de romántico misterio. Sus tripulaciones continúan recibiendo el apelativo de Crows, o Ravens, en clara referencia a las "Black Ops", operaciones negras que no significan otra cosa que su íntima relación con las Operaciones Clasificadas. Por eso se sigue conociendo tan poco de ellas, de sus aviones, sus misiones y sus tripulaciones. Porque así debe ser.

SIGINT (Inteligencia de Señales) es el concepto que engloba, de forma general, toda actividad de adquisición, análisis y evaluación de cualquier emisión de tipo electromagnético. Dentro de este término se enmarcan otras definiciones dependiendo de a qué emisión concreta nos estemos refiriendo: ELINT ( Inteligencia Electrónica) encargada de la recolección y proceso de radiaciones electromagnéticas de no comunicaciones; COMINT ( Inteligencia de Comunicaciones) que vela por la obtención y proceso de las señales encuadradas en este campo, tanto desde el punto de vista técnico como desde el contenido de las mismas (cifrado); EOPTINT ( Inteligencia Electro-óptica) para la obtención y análisis de las imágenes de los objetivos de interés.

Aparte de los términos mencionados anteriormente, existen otros que definen actividades de inteligencia que son muy necesarias para el proceso de contrastar la información que valide los datos obtenidos por los procesos anteriores. Así podemos hablar de: HUMINT, inteligencia que se obtiene mediante medios humanos; RINT, inteligencia que se hace sobre emisiones que no contienen ninguna información por sí mismas, pero que son indicativas de alguna actividad concreta como la conducción de energía eléctrica por líneas de alta tensión, etc.

La finalidad última de estas operaciones es generar un Orden de Batalla Electrónico (OBE) del enemigo. El OBE es un documento en el que quedan reflejados aquellos datos de interés que consituirán el soporte para la guerra electrónica de un futuro conflicto. El OBE tiene una vertiente estratégica y otra táctica.

El OBE Estratégico, cuya responsabilidad para establecerse y mantenerse al día recae en el Estado Mayor Conjunto, comprende todos aquellos emisores del país en cuestión con sus parámetros, datos de identificación y descripción de los mismos. Incluye plataformas terrestres, navales y aéreas con sus emisores, alertadores, equipos de contramedidas y armamento asociado, circuitos de comunicaciones con sus características, y las técnicas y tácticas que pudiera emplear el país en estudio en lo que respecta a sensores, emisores, equipos de contramedidas, comunicaciones, armas, ayudas a la navegación y demás equipos relacionados con la guerra electrónica.

El OBE Táctico, aunque tiene un contenido similar al anterior, se circunscribe a aquellos sistemas con los que existe una probabilidad razonable de entrar en contacto. Es responsabilidad del Mando de la Fuerza, en nuestro caso el Mando Aéreo de Combate, el establecer en su vertiente táctica el OBE que permita un planteamiento adecuado de la guerra electrónica; sin embargo, siempre deberemos considerar que los datos disponibles pueden ser incompletos o que el país de inminente litigio ha variado las características de sus emisores, ha dispuesto de nuevos sistemas o simplemente ha simulado la existencia de los mismos en la Zona de Operaciones.

Una mención especial merece la inclusión del OBE propio, en el que se reflejan las características de los emisores nacionales que tan importante papel juegan en las labores de identificación para evitar los casos fratricidas de "blue on blue".


Us Navy photo by Michael Watkins.
Una vez declaradas las hostilidades, el MACOM, apoyándose en la actividad SIGINT precedente, determina las rutas óptimas de vuelo que permitirán explotar los puntos o zonas ciegas del Sistema de Defensa enemigo; define por su peligrosidad o ubicación los sistemas de mando, comunicaciones y defensa que deben ser neutralizados; proporciona los datos e incluso marca las tácticas para el correcto uso de las Contramedidas Electrónicas (ECM); establece acciones de Supresión de Defensas (SEAD); de perturbación fuera del alcance de las armas (SOJ) y de perturbación en misiones de escolta o autoprotección.

Toda actividad ELINT que se haya efectuado hasta ese momento es clave para la supervivencia en el combate. Cualquier información obtenida de la interceptación de las señales puede ser vital: radar, transpondedores, perturbadores, guiado y telemetría de misiles, data link, altímetros, interrogadores IFF, emisores de navegación etc.....

El hecho de que tanto la densidad como la diversidad de las amenazas presentes en el teatro de operaciones hayan ido en aumento, hace que los tiempos de reacción se hayan visto disminuídos de forma proporcional. Eso hace que sea aún más importante la actividad SIGINT realizada en los momentos anteriores a la crisis, y que ejercerá como contexto de actuación del resto de intervenciones de guerra posteriores. Sin embargo, no nos podemos limitar a utilizar esta inteligencia en el transcurso de la batalla, y será necesario emprender nuevas tareas que nos permitan interceptar, identificar, analizar y localizar las fuentes de radiación hostiles con el propósito de efectuar acciones tácticas inmediatas encaminadas a evitar, degradar o anular la amenaza en cuestión. Este proceso final tan necesario e importante se encuadra dentro del concepto de las Medidas de Apoyo Electrónico (ESM), y utiliza unos medios específicos para tal tarea, medios que igualmente se han podido emplear en funciones ELINT durante el periodo prebélico.

Sólo los países con un gran presupuesto económico en materia de defensa pueden permitirse el lujo de disponer de unas plataformas específicas para SIGINT, el resto compatibilizan los elementos empleados en las ya mencionadas medidas de apoyo electrónico (ESM) con la actividad SIGINT en tiempo de paz, aprovechando que cualquier equipo cuya finalidad de empleo sea la Guerra Electrónica es susceptible de ser empleado en materia SIGINT. Me refiero al uso de la capacidad de grabar emisiones que tienen los sistemas de autoprotección (alertadores e incluso perturbadores) que montan la mayoría de las plataformas aéreas.


USAF photo by Sgt. William Greer.
Una plataforma aérea típica SIGINT sería aquella que tuviese las características propias de gran autonomía, gran techo de vuelo y una buena capacidad de carga y espacio disponible donde ubicar tanto a los equipos como al personal. Sería importante además dotarla de un laboratorio de abordo donde se pueda llevar a cabo la fusión de la información obtenida en tiempo real, así como la integración de todas estas emisiones. No se consigue una aeronave SIGINT con la simple instalación eventual de equipos con capacidad de detección y grabación de emisiones radar o de comunicaciones, es además necesario que para su posterior análisis en tierra, se obtenga una completa información técnica de las mismas (parámetros de radar, frecuencias de transmisión de voz...) e información de contenido (conversaciones, datos de texto...), así como goniometría que marque la dirección y sentido hacia el emisor.

Dado que es casi prácticamente imposible para un país mantener una política SIGINT global, se deben definir con anterioridad cuáles son las áreas de interés que puedan dar origen a próximas contiendas. Aparentemente, algunos países se refugian en organizaciones y tratados para mantener cierta cobertura en dicha política SIGINT. Ésta situación puede definirse, sin embargo, como un arma de doble filo, pues los países hermanados a favor de una situación específica, pueden encontrarse enfrentados años más tarde por un interés común, o simplemente que aparezcan terceros países en liza que no tengan la misma consideración para cada uno de los integrantes de la coalición.

Resumiendo, concluímos primero, que el mantenimiento de operaciones SIGINT en época de paz es absolutamente imprescindible y vital para la ejecución de operaciones posteriores de guerra; y segundo, que el ámbito de ejecución de los planes que nos proporcionen dicha inteligencia debe ser solamente nacional para aquellos casos especialmente importantes, dejando las zonas de poco interés a lo que pueda obtenerse a través de organizaciones multinacionales.

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